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domingo, 21 de julio de 2013

ALBERT CAMUS

Camus, prisionero de la libertad

A un año del centenario del nacimiento de Albert Camus, que se cumplirá en noviembre de 2013...


Hace unos días las agencias de noticias se agitaron a raíz de un alboroto con típico gusto francés y algo más. A un año del centenario del nacimiento de Albert Camus, que se cumplirá en noviembre de 2013, la mega exposición planeada para conmemorarlo en Aix en Provence –la ciudad donde está depositado el legado del autor de “El extranjero”– parece estar a punto de naufragar por las internas locales que intentan sacarle rédito político al aniversario. Algo similar a lo que quiso hacer el ex presidente Nicolás Sarkozy al cumplirse los 50 años de la muerte de Camus, cuando propuso trasladar sus restos –hoy en el modesto cementerio de Lourmarin (Luberon)– al ilustre Panthéon de París. También entonces las internas –esta vez familiares– dejaron la mudanza para otra posteridad: los hijos gemelos del escritor, Jean y Catherine, no se pusieron de acuerdo y la iniciativa quedó en una tensa inmovilidad.
La muestra en Aix en Provence sigue igual de estancada por “los egos sobredimensionados, las perrerías de la política politiquera, las patologías mentales, las intrigas de palacio, la morgue de la impotencia universitaria, la ñoñería de una ministra que confunde el uso público del dinero con el castigo ideológico, la abulia de las instituciones culturales…”, escribió en Le Monde el filósofo Michel Onfray, último curador renunciante de esta exposición a la deriva.
Por fortuna, no todas han sido malas noticias alrededor del legado de Camus. En marzo de este año se desempolvó de los Archivos Nacionales de Ultramar un artículo extraviado que el autor de “La Peste” había escrito el 25 de noviembre de 1939 para Le Soir Républicaine de Argel. En Francia regía la censura y el texto nunca salió a la luz, hasta ahora. Allí define los cuatro mandamientos de la prensa libre: lucidez, desobediencia, ironía y obstinación. El periodismo –escribió Camus– debe “rechazar lo que ninguna fuerza le podría hacer aceptar: servir a la mentira”. Más de siete décadas después, sus palabras arden como una antorcha que ilumina este presente amenazado por tantos oscuros abismos.

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