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martes, 6 de marzo de 2012

EL CUMPLEAÑOS DEL GABO

Macondo como universo digital

A partir de hoy, el mismo día en que Gabriel García Márquez cumple 85 años, su obra maestra se vende por primera vez en formato electrónico, con la portada original de la primera edición impresa: el emblemático galeón en la selva colombiana.
 


 Por Silvina Friera

La infancia es un rostro transitorio, un preámbulo en el cielo de Aracataca, pueblo del Caribe colombiano de sol inmisericorde, “aguas diáfanas” y extensas plantaciones de bananos que ha devenido en mito literario. Macondo y los Buendía –ese rosario de historias de la humanidad narradas desde el umbral del sueño y la vigilia– llegan al universo digital. Cien años de soledad se vende por primera vez en formato electrónico, el mismo día en que Gabriel García Márquez cumple 85 años, con la portada original de la primera edición impresa: el emblemático galeón en la selva colombiana. El regalo fue una feliz ocurrencia de Carmen Balcells, amiga y agente literaria del escritor, quien además le obsequiará, como acostumbra, las rosas amarillas que tanto le gustan a Gabo. ¿Lloverá hoy en Aracataca, a las nueve de la mañana, como dicen que llovía cuando nació, aquel 6 de marzo de 1927, el primogénito de Luisa Santiaga y Gabriel Eligio? Si el aguacero repite la escenografía natal, no faltará algún memorioso que recuerde los gritos de la tía Francisca, como si los hubiera escuchado, abriéndose paso por el corredor de begonias para propagar la buena nueva: “¡Varón! ¡Varón! ¡Ron, que se ahoga!”.
Habrá que frotarse los ojos ante la cadena de conmemoraciones que en este 2012 podría reproducir, como ya ocurrió en 2007, el año del “Gaboleo”. Un puñado de aniversarios significativos se avecina: 60 años de la publicación de su primer cuento, “La tercera resignación”, 45 de Cien años de soledad, 30 del Premio Nobel de Literatura, que recibió en 1982, y 10 del comienzo de la edición de sus memorias, Vivir para contarla. “Lo peor que le puede suceder a un hombre que no tiene vocación para el éxito literario, o en un continente que no está acostumbrado a tener escritores de éxito, es publicar una novela que se venda como salchichas –dijo García Márquez–. Me he negado a convertirme en un espectáculo, detesto la televisión, los congresos literarios, las conferencias y la vida intelectual.” Tal vez se esconda en México, donde reside, como lo intentó hace cinco años, cuando los números redondos y los homenajes amagaron con atraparlo en la viscosa telaraña del asedio público. “Mi relación con él ha sido una experiencia tan enriquecedora que yo no recuerdo ni cuándo empezó o si todavía seguimos anclados en esa nube del sueño; más ahora, cuando todos hablan del mundo cibernético y de esa nube infinita donde se pueden alojar todas las historias y los libros”, declaró Balcells al diario El País de España.
El e-book de la obra más popular del Nobel colombiano se lanza –por ahora– sólo en español. La agente literaria anunció que no autorizará ninguna en otro idioma. “El libro electrónico es un mercado sin fronteras y todo se hará despacio. No se puede entrar en ese delirio del mundo de la edición contribuyendo al nerviosismo que lo circunda.” García Márquez no es un recién llegado a las tropas digitales. Tres libros del autor están en este formato: Relato de un náufrago, Todos los cuentos y Vivir para contarla. Cien años de soledad, que se suma al horizonte ciberespacial, se publicará por la misma editorial a la que Balcells le ha confiado los anteriores títulos: Leer-e, dirigida por Ignacio Latasa. Pero en esta ocasión se hará en coedición con Mondadori, sello que tiene los derechos para el formato papel. Ese “vallenato de más de 300 páginas” escrito durante año y medio –en compañía de “dos discos que se gastaron de tanto ser oídos: los Preludios de Debussy y Qué noche la de aquel día de los Beatles”– se venderá a 5,99 euros y saldrá en Kindle y en el estándar de Epub para diferentes dispositivos, incluido Apple. Balcells afirmó que los agentes literarios “no podemos perdernos en el tumulto de los cambios en el mundo del libro. Tenemos que cuidar las electrónicas, no sólo publicar, sino contribuir a una mejor lectura en aras del placer”, agregó.
La liberación, a través de la imaginación, de los espacios de lo real es el hecho central que subraya Carlos Fuentes sobre Cien años de soledad en uno de sus ensayos de La gran novela latinoamericana (Alfaguara). “¿Quién no ha re-encontrado, en la genealogía de Macondo, a su abuelita, a su novia, a su hermano, a su nana?”, se pregunta el escritor mexicano. “La fundación de Macondo –plantea Fuentes– es la fundación de la Utopía. José Arcadio Buendía y su familia han peregrinado en la selva, dando vueltas en redondo, hasta encontrar, precisamente, el lugar donde fundar la nueva Arcadia, la tierra prometida del origen: ‘Los hombres de la expedición se sintieron abrumados por sus recuerdos más antiguos en aquel paraíso de humedad y silencio, anterior al pecado original’.” Francisco “Paco” Porrúa, ex director de Su-damericana, no necesitó leer toda la novela del entonces desconocido periodista y narrador colombiano. Las primeras líneas alcanzaron. En aquellos años, a mediados de los ’60, estaba a la caza de novelas latinoamericanas “originales”. El 30 de mayo de 1967 se publicó en Argentina la primera edición, una tirada de 8000 ejemplares que se agotó como pan caliente. El nieto de Tranquilina Iguarán Cotes y el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, los abuelos maternos con los que Gabo se crió hasta los ocho años, elevó a Aracataca hacia las cumbres de la universalidad. La obra maestra del colombiano es un long seller de largo aliento, traducido a 35 idiomas, desde el ruso hasta el esperanto, pasando por el húngaro y el chino; y se calcula que las ventas han superado los 30 millones de ejemplares en todo el mundo.
Un tímido muchacho de 20 años se quedó petrificado frente a unas letras de molde con su nombre y apellido, en el diario colombiano El Espectador. El 13 de septiembre de 1947 las palabras de su primer cuento, “La tercera resignación”, flameaban en su campo visual: “Allí estaba otra vez ese ruido. Aquel ruido frío, cortante, vertical, que ya tanto conocía, pero que ahora se le presentaba agudo y doloroso, como si de un día a otro se hubiera desacostumbrado a él”. Allí estaba el principio de su galaxia literaria. Quizá Gabo permaneció callado durante unos segundos, inescrutable, pero seguro de sí mismo y del porvenir. Y sin embargo, hace casi 60 años, la primera reacción de ese joven fue “la certidumbre arrasadora de que no tenía los cinco centavos para comprar el periódico”.

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