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domingo, 22 de mayo de 2011

SOBRE THEODOR W. ADORNO Y WALTER BENJAMIN

"Adorno era muy provinciano"

En esta entrevista, la ensayista estadounidense Susan Buck-Morss habla de Origen de la dialéctica negativa, donde revisa el pensamiento de dos figuras clave de la Escuela de Fráncfort

 
 
"Adorno era muy provinciano"
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Origen de la dialéctica negativa
Por Susan Buck-Morss

Por Pablo Gianera
LA NACION

Muchos lectores argentinos recordarán seguramente a Susan Buck-Morss por Dialéctica de la mirada , bellísimo volumen que reveló el Libro de los pasajes de Walter Benjamin antes de que se pudiera leer en español una sola palabra de la gigantesca e inconclusa obra benjaminiana. Buck-Morss conseguía allí la rara proeza de que su ensayo fuera fiel no solamente a las volutas y arabescos de las ideas de Benjamin sino también a su forma interrumpida y constelada. Pero antes había circulado ya Origen de la dialéctica negativa. Theodor W. Adorno, Walter Benjamin y el Instituto de Frankfurt , inteligentísima presentación del pensamiento dialéctico, publicada en inglés en 1977 y reeditada ahora en español en una nueva traducción. Podría decirse que Buck-Morss introdujo realmente el pensamiento frankfurtiano en los ámbitos universitarios estadounidenses.
Origen de la dialéctica negativa fue además su primer libro y deriva en parte de su fascinación por el pensamiento de Adorno a principios de la década de 1970. "En 1970, cuando fui a estudiar a Alemania, no sabía nada de él -cuenta Buck-Morss, muy simpática y hablando a alta velocidad-. Yo quería dedicarme a Jung, nada político; y toda la gente que conocí en Fráncfort estudiaba a Lenin, a Adorno, a Marcuse. Tenía la sensación horrible de que debía estar estudiando lo que se suponía que tenía que estudiar pero que no me interesaba. Así que cambié. Entonces llegué un poco tarde a Adorno. Él murió en 1969 y no pude a conocerlo. Tal vez fue mejor así, porque he oído muchas veces que no era confiable con las mujeres? Lo que me atrajo inmediatamente de sus libros fue el vínculo entre filosofía y vida cotidiana."
-¿Cree que existe alguna relación entre biografía y teoría en la Escuela de Fráncfort? En el caso específico de Adorno y Benjamin, ¿cuánto influyeron sus vidas en sus teorías?
-No creo que hubiera nada demasiado personal, pero ellos eran sin duda parte de una generación. Tanto para Adorno como para Benjamin, la Primera Guerra Mundial fue una experiencia extraordinariamente significativa, lo mismo que la Revolución Rusa, la crisis económica de la década de 1930, y por supuesto, la Segunda Guerra y Hitler. Estos acontecimientos no pertenecieron a una única biografía. Eran una experiencia generacional.
-¿Podría decirse que Adorno y Benjamin pensaban el arte como filosofía y la filosofía como arte, y que ese cruce llevó finalmente a la reconciliación del arte con el conocimiento?
-Es una manera muy hermosa de enunciarlo y creo que sucede exactamente eso. En ese sentido, es mejor hablar de "arte" que meramente de "estética". Adorno escribió una Teoría estética , pero hay algo muy cuidadoso en el modo en que está escrita; un cuidado por las palabras que es propio de una obra de arte.
-Tal vez puede pensarse que Teoría estética es también la obra de un artista?
-Sí, creo lo mismo. No existe una distinción radical entre el arte y la filosofía, aunque desde luego existen diferencias en el modo en que se relacionan con la verdad.
-¿Cuánto influyó en la dialéctica de Adorno la articulación de matices, el arte de la "transición ínfima", para recurrir a una idea que él mismo usó en su trabajo monográfico sobre Alban Berg?
-No conozco lo suficiente la música de Berg, pero estoy segura de que Adorno aprendió muchísimo sobre cómo escribir filosofía de Beethoven y de Schönberg. ¡Hay a veces un tipo de minuciosidad en la elección y disposición de las palabras que vuelve ilegibles los textos! En cambio, si uno se fija por ejemplo en sus clases y ponencias, son tan claras? Me refiero a las clases que dictó en Fráncfort en la década de 1960. Son brillantemente claras, incluso en sus formulaciones más difíciles. Personalmente, prefiero esa expresión simple porque creo que resulta más convincente.
-Me gustaría que explicara el estancamiento que advierte en el pensamiento dialéctico adorniano de los últimos años.
-En cierto sentido, tiende a volverse predecible. Sabemos exactamente lo que va suceder. Afirmamos que algo es cierto; luego, dialécticamente, decimos que es falso y, por último, invertimos esa afirmación y decimos que había verdad en la falsedad y falsedad en la verdad. Cuando uno leyó tanto como leí yo mientras preparaba el libro, se espera ese movimiento. Puede anticiparse hacia dónde va el razonamiento. ¡Eso no pasa nunca con Benjamin! Cuando uno sabe de antemano hacia dónde va un razonamiento ha perdido el poder de la dialéctica filosófica.
-Si pudiera hablarse en términos de grados, ¿usted diría que Benjamin era más dialéctico que Adorno?
-No, Adorno valoraba enormemente la dialéctica, pero Benjamin? Bueno, ¡depende! Yo diría que hay en Benjamin una suerte de metafísica dialéctica, mientras que en Adorno encontramos más bien una argumentación dialéctica.
-¿Cuál es el presente y cuál es el futuro del pensamiento dialéctico tal como lo formularon Adorno y Benjamin? Y, más en general, ¿dónde encuentra usted la herencia de la teoría crítica?
-Hay en este punto una diferencia decisiva. En mis clases, he notado que se considera a Benjamin el pensador más excéntrico e idiosincrásico. A la vez, un estudiante de Etiopía, de China, de Turquía o de Brasil puede aprender de él y usarlo en sus estudios y en sus escritos. Adorno, en cambio, es un tema de estudio, no fácil, aunque sí atractivo, ¡pero intente aplicar realmente su método?! Conozco muy pocas personas que hayan podido hacerlo con éxito, y yo no soy una ellas.
-¿Le interesa, por ejemplo, el pensamiento de Edward Said?
-Mucho. Éramos amigos además, y fue una de las primeras personas que leyeron mi libro sobre Adorno y recuerdo que le gustó. Él era ya un senior scholar y yo apenas empezaba. Fue muy generoso conmigo.
-Said releyó el legado de Adorno de una manera sumamente personal.
-Estoy absolutamente de acuerdo. Fue uno de los lectores más creativos de Adorno.
-¿Cree que la Escuela de Fráncfort pertenece al pasado? ¿Se siente interpelada todavía por su pensamiento?
-Lo que realmente me frustra de los pensadores anteriores al siglo XXI es el eurocentrismo. Me interesa más lo que pasa en cualquier otro lugar del mundo, lejos de Europa y de Estados Unidos. Está dicho en la última página de mi libro. Digo allí que Adorno era muy provinciano, que no estaba interesado en conocer el Tercer Mundo.
-¿Cuál son esos lugares del mundo que más le interesan a usted ahora?
-El período de la expansión islámica desde España hasta la India. Y, por supuesto, América latina y África, pero toda África y no solamente la parte islámica o árabe. Creo que hay mucho para aprender allí, sobre todo de gente que está familiarizada con la filosofía occidental o el arte occidental pero trabajan desde una perspectiva diferente. De eso me estoy ocupando ahora.
ADN BUCK-MORSSEs profesora de Política y Teoría Social en la Universidad de Cornell. Colaboró en la edición de las obras completas de Adorno, con la coordinación de Rolf Tiedemann. Publicó, además de Origen de la dialéctica negativa y Dialéctica de la mirada, Mundo soñado y catástrofe. La desaparición de la utopía de masas en el Este y el Oeste (2002), Pensar el terror. El islamismo y la teoría crítica en la izquierda (2003) y Hegel y Haití (2005).

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