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jueves, 16 de diciembre de 2010

ECO

Después de El nombre de la rosa, Eco es otra vez best seller

Luego de la crítica que le hizo la Iglesia Católica, vendió en Italia 600 mil ejemplares en un mes. Una genealogía del antisemitismo y una reflexión sobre el papel de la prensa.
  En Italia, en un mes se vendieron 600 mil ejemplares y no entiendo por qué. O se volvieron locos, y ciertamente lo están porque votan a Berlusconi, o el libro habla de cosas que suceden hoy”, dijo Umberto Eco sobre su última novela, El cementerio de Praga, que no sólo desató una enorme polémica, sino volvió a consagrarlo como un best seller. Su repercusión, en efecto, fue casi tan grande  como la que tuvo hace tres décadas El nombre de la rosa, la novela que desplegaba la intriga policial en un ámbito culto por excelencia: un convento medieval en que los monjes se abocaban a la tarea de copiar manuscritos. La última, en cambio, se sitúa en el siglo XIX en que se anuncian los problemas que vivirá el siglo XX y que permanecerán sin resolverse también en el siglo XXI. El falsificador profesional Simone Simonini descubrirá que los libros y la prensa son dos elementos privilegiados para la manipulación. Este descubrimiento le llegará por vía, entre otras cosas, del discurso antisemita, cuyos efectos trágicos conocieron muy bien quienes vivieron en la segunda mitad del siglo XX. Simonini odia no sólo a los judíos, sino también  a las mujeres, a los masones, a los jesuitas y a todo lo que lo rodea. La novela recrea cómo se gestó ese odio, aunque este valor casi documental no es admitido como tal por todos los críticos. Algunos dicen que el texto estimula a través de su genealogía esos sentimientos negativos que culminaron con la matanza de 6 millones de judíos. Cuesta pensar, sin embargo, que ese haya sido el objetivo de Eco. Lo cierto es que el personaje que pone en escena hace gala de una gran incorrección política y por eso la novela se ha convertido en un blanco de críticas de diferente índole. Por ejemplo,  a través del Obsservatore Romano, su texto ha sido criticado porque se hace referencia al antisemitismo que pusieron en evidencia los jesuitas. Pero las malas críticas no siempre dan resultados negativos. Paradójicamente, a veces, se convierten en un excelente argumento de venta. De hecho, la observación de la Iglesia lo único que consiguió “es que se vendieran 100 mil ejemplares más del libro”, según lo declaró el propio autor.
Eco es quien inaugura con El nombre de la rosa la moda del best seller erudito. El Código Da Vinci es producto, en parte, de ese impulso por tomar material histórico y convertirlo en material literario. Pero a diferencia de la novela que se desarrollaba en un convento medieval, El cementerio… remite a un problema muy actual y tiene una connotación particular en Italia. Allí, el archienemigo de Eco, Silvio Berlusconi, es el dueño de un monopolio informativo que contribuye a mantenerlo en el poder. Y lo que plantea la novela tiene que ver, precisamente, con la “construcción” de la realidad a través del discurso periodístico y con la forma en que los discursos falsos circulan y alcanzan tanta o mayor eficacia que los verdaderos.

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